La tarde, en esta región, debía de ser como una tregua melancólica. Hoy, el sol desbordante que hacía estremecer el paisaje, lo tornaba inhumano y deprimente. Terminados los campamentos viene una reestructuración del trabajo militar y soy trasladado a la ciudad de Concepción para componer el mando zonal que dirigía todo el trabajo militar en esta región. Fue importante ya que pude conocer grandes combatientes tanto hombres y mujeres con una admirable entrega y capacidades, me impresionaba como eran capaces de dejar sus trabajos incluso de carácter académico para entregarse de lleno a las tareas militares.
declaró que iba a hablarme de un proyecto todavía muy vago. Quería solamente tener mi opinión sobre el asunto. Tenía la intención de instalar una oficina en París que trataría directamente en esa plaza sus asuntos con las grandes compañías, y quería saber si estaría
Bajé a comprar pan y pastas, cociné y comí de pie. Quise fumar aún un cigarrillo en la ventana, pero sentí un poco de frío. Eché los cristales y, al volverme, vi por el espejo un extremo de la
de mí, en torno del portero. Por un momento tuve la ridícula impresión de que estaban allí para juzgarme. En esos años su sueño era llegar al centro de Santiago. El centro era la oportunidad de “triunfar y olvidar el percal, como dice el tango; me gustaba el límite misterioso instalacion de plomeria de un baño completo y lujurioso del centro”. Pero ni en el barrio ni en el block ni en su casa creían posible que Pedro pudiera ir a la universidad ya que, a principios de los 70, la tasa de la población chilena que llegaba a cursar estudios superiores no llegaba al ocho por ciento.
Dejamos en esta pagina un documento que preparó un grupo de combatientes rodriguistas, que tiene como finalidad ir buscando caminos de encuentro. Las lámparas de la calle se encendieron bruscamente e hicieron palidecer las primeras estrellas que surgían en la noche.
Eran una decena en total, y se deslizaban en silencio en medio de aquella luz enceguecedora. Los veía como no he visto a nadie jamás, y ni un detalle de los rostros o de los trajes se me escapaba.
Con qué clase de oficial me mandan a trabajar, –dijo Alberto, mirando enojado a Manolo, ahora solo falta que me digas que tú ganaste solo la guerra en Nicaragua. Pero esa comprobación tenía que ser realizada personalmente, como siempre ordenaba Benjamín, no porque otros lo dijeran, él mismo debía cerciorarse y dar la seguridad al Jefe de que nadie había caído preso. En este lugar conocí a un compañero que era oficial como tú Manolo, continuó diciendo Alberto, lo supe después que desapareció, cuando lo siguieron los malos, y hubo que esconderlo y sacarlo del país.
Todos escurridizos, inasibles, que complican y aplazan las entrevistas, hablan sin hacer caso a las preguntas, escudriñan terceras intenciones y, sólo a veces, bajan la guardia. “No te asustes, mi estética es la sospecha”, cube para poner paños fríos a los efectos de su desconfianza. Entre cada uno de los Pedros hay muy pocas horas de transición. La figura iba rematada por una melena ni tan larga ni tan rebelde, con partidura lateral y esa mirada entre triste y dura que todavía tiene. Los ojos de Pedro son dos líneas que apenas alcanzan a ser oblicuas. Un par de incisiones con tendencia a desaparecer por enojo o por risa.
Pedro Lemebel asegura que incluso la locas viejas, “esas que pasean al perrito” y que en España llaman carrozas, –“¿por qué aquí no tendrán un nombre? Y suelta la risa y dice “sí es verdad, hasta esas locas viejas se tratan de niñas entre ellas”. Para Lemebel todas y todos son finalmente niñas. Hay algo de bonito en eso, y es que pueden tener 80 años y allí están con zapatos blancos en la Plaza de Armas a la pesca de algún gigoló de poca monta”. Alguno moreno, enjuto, de mirada torva, escolaridad incompleta, vocación hip hopera.
Otro momento que veo con claridad, fue años más tarde. Salí de mi trabajo en mi hora de colación y pasó una marcha, en la cual iban un par de amigos los cuales fontanerosmadrid me invitaron a sumarme. Cuando me incorporé a la marcha me dijeron que el objetivo era ir a la cárcel a pedir la libertad de los presos políticos.